EDICTO DEL OBISPO D. ANTº RAFAEL DOMÍNGUEZ Y VALDECAÑAS. 7-3-1858
D. Antonio Rafael Domínguez y Valdecañas fue obispo de la diócesis de Guadix-Baza de 1857 a 1866. Nació en Lucena (Córdoba) en 1799. Era primo del Conde de Valdecañas. Estudió en el Colegio de la Purísima Concepción de Cabra y teología en la Universidad de Granada. Antes de ser nombrado obispo de Guadix fue canónigo en las catedrales de Córdoba y Sevilla, Maestrescuela en la de Guadix y Chantre en Coria (Cáceres).
Al poco tiempo de tomar posesión de la diócesis comunicaba, por medio de un edicto, su intención de iniciar una de las misiones exclusivas del Obispo como era la de administrar el sacramento de la confirmación comenzando por la parroquia del Sagrario de Guadix. Este era el edicto:
“Nos el Lcdo. D. Antº Rafael Domínguez y Valdecañas por la gracia de Dios y de la Sta Sede Apostólica Obispo de Guadix y Baza, Predicador de S.M., Caballero de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, Gran Cruz de la Americana de Isabel la Católica, Con-Juez Honorario del Extinguido Supremo Tribunal Apostólico y Real de la Gracia del Excusado, del Consejo de S.M., etc., etc.
A nuestros amados Diocesanos, salud y paz en Ntro. Sr. Jesucristo.
Ansiosos, queridos hijos nuestros, de poner mano y comenzar con todas las augustas funciones de nuestro Sagrado ministerio en provecho de vuestras almas y siendo una de las más principales y de las reservadas exclusivamente a Nos la administración del Sto. Sacramento de la Confirmación, arreglándonos también a la antigua disciplina de la Iglesia, que en los días de Pascua se daba este Sacramento a los recién bautizados el Sábado Santo, práctica recibida de los Apóstoles, que a los que se hallaban en este caso imponían luego las manos y les daban el Espíritu Santo; hemos resuelto comenzar esta larga tarea en el Sagrario de Ntra. Sta. y Apostólica Iglesia Catedral el domingo próximo 11 del corriente (Marzo) a las 4 de la tarde, día 8º de la solemnidad de la Pascua llamada “Dominica in Albis”, porque era el último día que los neófitos llevaban la vestidura blanca, símbolo de la inocencia que recibieron en el bautismo y domingo de “Quasi modo geniti infantes” por las palabras con que comienza el Introito de la Misa de ese día, alusivas a la infancia espiritual de los nuevamente regenerados por el agua y el Espíritu Santo; de suerte, amados hijos nuestros, que todo está reclamando de nosotros, os dispensemos este inmenso beneficio, que continuaremos después en las demás parroquias de la capital, con la constancia que otras graves ocupaciones del momento lo permitan; pues como deberéis estar hechos cargo son innumerables las que en los principios de nuestro Pontificado nos abruman, y para que ahora y en adelante se practique esta augusta ceremonia con el decoro, perfección y conformidad al espíritu de la Iglesia que es debido os hacemos las prevenciones siguientes:
1º Los adultos, esto es, los que hubieren llegado al uso de la razón se prepararán y dispondrán para recibir este Sto. Sacramento, con el de la Penitencia, confesando debidamente y recibiendo la absolución de todos sus pecados; porque la Confirmación causa por sí una segunda gracia o aumento de ella; y así es necesario acercarse en gracia de Dios y para estarlo más y más es muy conveniente, aunque se haya confesado excitarse a dolor de las culpas por medio de un fervoroso acto de contrición, cerca de arrodillarse ante el Obispo para recibir el sacramento; se necesita también tener intención de recibirle y saber la Doctrina Cristiana
2º Los que han de confirmarse vendrán aseados y decentes; pero sin profanidad,-exceso de lujo, ostentación y pompa exterior- , y cuando sea por la mañana cuidarán los adultos estar en ayunas para mayor veneración y respeto
3º Se proveerán de cédulas,-impresos-, en nuestra Secretaría de Cámara que se dan gratuitamente para llenar los motes designados en ellas,-rellenar los datos que se piden en el impreso-, y para los que no tengan proporción,-no puedan o no sepan-, de hacerlo antes, que es lo conveniente, habrá dispuesta una mesa con recado de escribir y persona encargada en ello en el local donde se administrase la Confirmación para llenar este requisito
4º El cura de la respectiva parroquia pondrá una persona entendida que en el acto de presentarse los confirmandos vaya recogiendo las papeletas y ensartándolas en un hilo, para evitar extravíos por las cuales extenderá las partidas en un libro que se abrirá al efecto, distinto del de Bautismos, como solía hacerse aquí
5º Ningún padre presentará inmediatamente a su hijo, sino que lo entregará a los Eclesiásticos asistentes para que estos lo hagan al Padrino o Madrina según el sexo, pues es cosa muy delicada por el parentesco espiritual
6º Ninguno se acercará a confirmarse que no haya estado en la Iglesia desde el principio de la ceremonia ni se marchará hasta concluidas las oraciones últimas y recibir la bendición; porque todo esto se requiere para recibir lícitamente el Sacramento y porque se privarían de tantos bienes como traen consigo estas preces de la Iglesia; y para facilitar esto nos tomaremos el trabajo de comenzar y terminar dos o tres veces el acto según el número de confirmados que veamos, encargando al Párroco respectivo la vigilancia sobre esto, de que lo hacemos responsable.
7º Los Párrocos en sus respectivas Iglesias, o de su demarcación, donde hubiere de practicarse tan augusta ceremonia, convocarán a su Clero para que asista de sobrepelliz y ayude a las muchas cosas que trae consigo este solemne acto, prepararán la toalla de hilo para limpiar el Sto. Crisma, la miga de pan y limón para purificar los dedos el Prelado, dando después a todos estos objetos el destino que previenen las Sagradas Rúbricas y dispondrán el templo de modo que esté libre y expedito al Presbiterio para evitar la confusión y el desorden.
Esperamos pues, amados hijos nuestros, de vuestra religiosidad y piedad concurriréis a tan sagrado y solemne acto con la compostura, silencio y recogimiento que reclama de suyo; sin afán ni precipitación, puesto que, Dios mediante iremos poco a poco y hasta no quedar ninguno, satisfaciendo y remediando esta necesidad, y para que llegue a conocimiento de todos mandamos se lea este nuestro edicto en todas las Iglesias Parroquiales de la Capital el domingo inmediato, al ofertorio de la Misa mayor y después se fije en las puertas de las mismas, reservando para las demás de la Diócesis igual diligencia cuando se acerque el verificarlo en ellas
Dado en nuestro Palacio Obispal de Guadix a 7 de Marzo de 1858
Antonio Rafael Obispo de Guadix y Baza Por mandado de S. E. I. el Obispo mi Señor
Lcdo. Joaquín Gómez Hurtado Sría