REFLEXIONES PARA EL MES DE SEPTIEMBRE DEL OBISPO DE GUADIX EN EL PROGRAMA ALBORADA DE RNE

Programa Alborada, en RNE -Semana del 12 al 18 de SEPTIEMBRE de 2011

DÍA 12

  Hoy celebra la Iglesia el dulce Nombre de María, y como todas las fiestas de la Virgen, está cargada de sentido y de afecto para todos los que somos sus hijos. El nombre para los semitas no es solo un modo de distinción o la identificación con un miembro de la familia u otra persona. El nombre es expresión del ser y de la misión del que lo lleva. Por eso, es habitual en la Biblia el hecho de que a una persona se le cambie el nombre si ha cambiado también su misión. Por ejemplo, Simón será Pedro.

 

  En este momento no quiero hablar del significado del nombre de María sino de su misión en la obra de la salvación. La importancia de una mujer, casi una niña nazarena, en la historia no solo del cristianismo sino de la misma humanidad. La misma María en el canto de alabanza del Magnificat profetiza: “me dirán dichosa todas las generaciones”.

  Pero, ¿por qué es recordada la Virgen María?. Sin duda que por ser la Madre de Dios. La grandeza de María según ella misma proclama se debe a la mirada de Dios. Dios se ha fijado en la pequeñez de esta mujer. Dios ama lo pequeño, lo sencillo, lo que el mundo menosprecia, y es que los hombres miran las apariencias pero Dios se fija en el corazón. Dios se ha fijado en el corazón de la Virgen que es humilde, que espera en Dios porque se fía de su Palabra. Frente a tantos motivos para la desesperanza, ella ha decidido esperar porque sabe que Dios siempre cumple su promesa.

  María se reconoce una criatura de Dios, por eso sabe alabarlo y darle gracias por todo lo que ha hecho en ella. Su vida toda se convierte en un gran canto de alabanza al Señor que enaltece a los humildes. El Poderoso ha hecho obras grandes en ella, y las hace también por ella que se deja hacer por el mismo Dios. En el momento decisivo de su vida se olvida de sí y responde a Dios: “Hágase en mí según tu palabra”. Así, desde la libertad del hombre Dios es capaz de cambiar el mundo, de volverlo a crear como hizo en la encarnación de su Hijo que es el fruto de un sí humano y generoso a la voluntad de Dios.

  Eso mismo es lo que Dios puede hacer en ti y en mí si nos dejamos hacer por Él. Por eso el nombre de María es bendito de generación en generación.

 

DÍA 13

  ¿Valen algo las palabras?. En el mundo en el que vivimos, ¿qué valor damos a lo que se nos dice, acostumbrados como estamos a tantas palabras que nos llegan de procedencias tan diversas y con contenidos tan dispares?. Muchos llegan a pensar que las palabras no valen nada, que se las lleva el viento. Es también muy común escuchar que una imagen vale más que mil palabras.

  Pues yo levantaré una lanza a favor de la palabra. La palabra es el medio más común de comunicación entre los hombres. Mediante la palabra podemos expresar una de las dimensiones más importantes de nuestra vida, la sociabilidad. Somos seres en relación con los otros. Sin la palabra pronunciada o escrita seríamos más pobres, nuestra comunicación con los demás, más limitada.

  Esto no quiere decir que las palabras muchas veces sirven para confundir o para agredir a los otros. En estos casos, se adultera el sentido auténtico de la palabra, no sirve para construir puentes entre los hombres sino para destruirlos. Todos sabemos que una palabra mal dicha, o pronunciada en un momento poco oportuno, puede ser la causa de la ruptura de una relación.

  La palabra auténtica es la llega llena de contenido, la que expresa una idea, un sentimiento o una experiencia. La palabra de verdad transmite algo, y no solo algo sino también a alguien, porque en la palabra damos mucho de lo que somos. Esta palabra no se confunde con la voz, nunca es hueca, sin sentido. La palabra llega, es el regalo que le hago al otro con el que quiero comunicarme, la palabra siempre es original aunque sea repetida. La palabra es revelación, abre al conocimiento del otro, abre al amor.

  La palabra transmite belleza. En sí la palabra es bella. No tenemos más que leer una buena obra literaria o escuchar un poema para descubrir lo que es la belleza y verla en la palabra. Necesitamos palabras bellas para seguir viviendo, para descubrir lo mejor del hombre y del mundo.

  Y la palabra tiene además un sello de garantía, el ser avalada por las obras. El testimonio es lo que hace creíble la palabra.

  El mundo, según el pensamiento judeocristiano nació por la Palabra de Dios, y para los cristianos las Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. Y es que también Dios ha querido revelerse por la palabra.

  Por todo esto, no minusvaloremos la palabra.

 

DÍA 14

  Siempre ha sido difícil comprender que hemos sido salvados en la cruz de Cristo. La cruz ha sido siempre y será un signo de contradicción. No es fácil aceptar que el camino inevitable a la felicidad plena, verdadera y definitiva pasa por la cruz.

  En un madero duro y abrupto murió el Señor. En el lugar en que mueren los malhechores entregó su vida el Hijo de Dios. Renunciando a sí mismo se hizo causa de salvación para muchos. La cruz es desde entonces signo de salvación, expresión del amor más grande. Canta la liturgia: “por el madero ha venido la alegría al mundo entero”.

  Hoy celebramos la fiesta de la exaltación de la santa cruz. Los seguidores del Señor Jesús queremos proclamar en medio de este mundo marcado por lo material y por la eficacia, que la cruz no destruye al hombre si en la cruz está Cristo. Ver en la cruz al crucificado es aceptar las cruces  de cada uno, las cruces de la humanidad entera. El misterio de la cruz es la consecuencia de una vida a favor de la humanidad. El Hijo de Dios en su encarnación asumió la condición humana semejante a la nuestra en todo menos en el pecado. No lo habría hecho verdaderamente si no hubiera pasado por la muerte que es interrogante más radical de la condición humana, el punto débil de ser hombre. ¿Cómo nos habría comprendido sin saber lo que nosotros pasamos ante el sufrimiento y la muerte?. Cristo tenía que bajar hasta el infierno, ante el mal mismo para darnos la vida que nada ni nadie puede ya destruir.

  Llegando al reino de la muerte, consecuencia del pecado, destruye la propia muerte y lo hace con el arma de Dios, con el amor. Cristo nos ha salvado en el amor que nos tiene. El amor ha vencido a la muerte. Por eso la cruz no es ya signo de muerte sino signo del amor más grande, del que da la vida por los amigos.

  El pueblo cristiano lo ha entendido muy bien, por eso adornada las cruces para que en ellas se vea que la vida ha vencido a la muerte. El pensamiento moderno cree vencer al sufrimiento y a la muerte maquillándolos u ocultándolos. Nosotros no tenemos miedo porque sabemos que la muerte fue destruida en el madero de la cruz. ¡Bendito madero que nos dio tal Salvador!.

 

DÍA 15

  Hay pocos dolores comparados con el dolor de una madre ante el sufrimiento o la muerte del hijo. Una madre sufre en su propia carne todo lo que a su hijo le sucede. El corazón de la madre late a la par del corazón del hijo.

  Son muchas las madres que hoy son verdaderas madres dolorosas: junto a la cuna del bebé, en la cama de un hospital, en la incomprensión de la gente, en la tortura de la droga, en la soledad de la falta de trabajo. En todas estas situaciones hay madres que sufren junto al hijo que nació y creció en sus entrañas.

  María, la Madre de Jesús es Madre dolorosa junto al pie de la cruz. Ella ha vivido su propio camino evangélico junto a su Hijo, y con Él ha llegado hasta el Calvario. Ha abrazado la cruz porque en ella está crucificado el hijo de sus entrañas. La pasión de Cristo es también la pasión de María. En el Gólgota se ha cumplido la profecía de Simeón: “y a ti una espada te traspasará el alma”, pero la espada estaba ya desde el momento de la concepción. En el silencio la Virgen comparte la vida de Jesús y experimenta su misma muerte. Porque cuando un hijo muere, muere también la madre.

  Junto a la cruz María se identifica con tantas madres que a lo largo de la historia, en cualquier lugar del mundo, pasan por el dolor de la pérdida de su hijo. Cada mujer, cada madre puede unir su dolor al de María con la mirada fija en el único que puede hacer brotar la esperanza, incluso del dolor y de la muerte.

  Pero también es verdad que si alguien tuvo en su corazón la certeza de que Jesús no había muerto para siempre esa es su Madre. Una madre nunca acepta la separación definitiva de su hijo. María es la madre dolorosa, pero también es la Virgen de la esperanza, porque esperó contra toda esperanza en que Dios cumpliría su promesa y su Hijo saldría victorioso de la muerte.

  Qué hermoso sería poder transmitir a tantas madres dolorosas la esperanza de María para que comprendan que el mal no es definitivo como tampoco lo es la muerte. Que después de cada sufrimiento y de cada muerte siempre está la palabra creadora de un Dios que cumple con el hombre su pacto de amor.

 

DÍA 16

  Quiero traer hoy a esta reflexión al comenzar el día unas palabras de santa Teresa Benedicta de la Cruz, en el mundo Edith Stein. Filósofa atea de origen judío que un día conoció a Cristo a través de la lectura de la obra de Santa Teresa de Jesús, y convertida la catolicismo ingreso en el Carmelo antes de ser sacrificada en un campo de concentración.

  Dice la santa carmelita: “Yo me sé sostenida, y este apoyo me da calma y seguridad”.

  Saberse sostenido, tener conciencia de que no estoy solo, que alguien viene conmigo y me sostiene. Esta es una experiencia que llena el corazón de sosiego y paz, ahuyenta el miedo que nos paraliza y nos sumerge en la desesperación.

  El miedo es uno de los grandes enemigos del hombre. El miedo nos sumerge en nosotros mismos y nos impide mirar más allá, contemplar tanta hermosura que hay en todo lo creado, también en mi propia vida. El miedo nos impide avanzar y buscar. No podemos tener miedo. Pero ese miedo solo desaparece cuando experimento que no estoy solo, que alguien me sostiene, me apoya y me invita a caminar.

  Edith Stein se refiere a Dios. Dios sostiene nuestra vida, es el compañero de camino que en silencio está presente. El que me coge de la mano cuando hay oscuridad y el que me invita al gozo en la luz. Es el que me abraza cuando voy a caer y el que me empuja cuando me paralizan los problemas y el sufrimiento. Muchas veces no lo vemos, no hace ruido pero está. Dios nos lleva en la palma de su mano, en ella nada malo nos puede pasar. Dios no permitirá que caigamos, nos defiende, en Él hay seguridad. Las dificultades que encontramos en la vida no son sino un motivo para seguir luchando, para crecer.

  La conciencia de saberse sostenido por Dios es prueba de la fe. Como dice San Pablo, “si Dios está con nosotros, quién estará contra nosotros”. Todo lo podemos en Él que nos conforta, que nos sostiene, que viene con nosotros.

  No hay nada para salir de la modorra en la que muchas veces nos instalamos que saber que somos importantes para otro, que alguien se preocupa de nosotros. En definitiva, saber y experimentar que alguien nos quiere. Y es que Dios nos quiere.

 

 

DÍA 17

  Cuántas son tus preocupaciones cada día, cuántos los problemas que has de resolver. Y que decir si miras al futuro tal como están las cosas, y dicen que pintan mal y que la solución no es a corto plazo, Y claro nos son solo tus preocupaciones sino también las de tus hijos o familiares, a las que se unen las del trabajo y las de los amigos que vienen a traerme también las suyas. Son al final las preocupaciones de todo el mundo.

  Este planteamiento que sin duda he exagerado y aliñado con cierto tono de ironía es más común de lo parece. Mucha gente vive agobiada por las preocupaciones del presente y del futuro. Y no quiero decir ingenuamente que no hemos de preocuparnos de nada, y que ante los problemas hemos de mirar para otra parte o pasárselos a los demás. De ninguna manera, las preocupaciones forman parte de la vida del hombre y los problemas hay que afrontarlos con decisión y gallardía.

  Pero hemos de preocuparnos en su justa medida, sin que la preocupación me ocupe de tal modo que me impida vivir. Las preocupaciones hay que mirarlas con objetividad, con realismo y con paz, muchas veces situándonos desde fuera para verlo mejor. Y a hemos de añadir una gran dosis de paciencia para solucionar lo que tiene solución y no dejar que me aplaste lo que no lo tiene.

  Alguno puede preguntar y preguntarse, ¿pero esto es posible? La respuesta una vez más está en la fe. Dios tiene sus planes sobre ti, Él llevará a cabo su obra a su manera y contando siempre con tu libertad. Pues sí Dios tiene sus planes sobre ti, aprende a descansar en Él. Deja muchas de tus preocupaciones en su manos, confía en Él y el actuará como dice el salmo.

  Buena parte de nuestros agobios son la consecuencia de la falta de fe, de una débil confianza en el poder de Dios, en su bondad y en su amor. Hemos de dejarle que lleve nuestras cargas. Nosotros no podemos dimitir de nuestras responsabilidades pero no hemos de absolutizarlas. Lo que nosotros no vemos lo ve Él, lo que no podemos lo puede Él, con tal de que le dejemos hacer en nuestra vida.

  A más confianza más paz. Y al fin las cosas salen mejor cuando se hacen con paz y confianza. Dios no defrauda nunca.

DÍA 18

  Hace pocos días encontré a un  hombre que me confesaba su falta de fe; un día renunció a la fe que le transmitieron sus padres después de haberlo bautizado. Quería que se le tratara como si no fuera cristiano. Mi respuesta fue decirle que aunque él no tuviera fe, seguía siendo cristiano pues la gracia del bautismo permanece aunque nosotros decidamos esconderla, no hacerle caso. En todo esto hay algo  que me parece importante: ¿quién sabe la hora de Dios sobre este hombre?, ¿qué tiene destinado Dios en su infinita bondad y sabiduría para cada uno de nosotros?.Al leer el evangelio de este domingo comprendemos el modo de actuar divino, lo que Dios quiere de cada uno de nosotros.

   La parábola de los jornaleros es una hermosa lección para los que nos sentimos llamados en la primera hora y para aquellos que lo serán en la última. La llamada es para todos.

  El propietario de la parábola los llama a todos, desde los fuertes que llama al comienzo del día hasta los débiles que llama al final de la jornada, A cada uno en su momento. Pero el problema viene a la hora de la paga: los fuertes viendo que a los últimos le pagan lo establecido como salario para la jornada se alegran porque ellos recibirán más pues han trabajado más; sin embargo, la paga es igual para todos. Reivindican una justicia humana, a más trabajo más paga. Esta es la justicia de los hombres pero no la de Dios.

  Dios no nos llama a todos en el mismo instante, para cada uno tiene su momento;  en cualquier momento de la vida puede realizarse esa llamada que pensábamos que nunca iba a llegar. Muchas veces nos encontramos con hombres y mujeres que no han conocido al Señor o se han apartado de la fe, entonces tenemos la tentación de pensar que nosotros somos mejores que ellos, o que son un caso perdido; sin embargo, hay innumerables casos de hombres y mujeres que habiendo llevado una vida lejana a la voluntad de Dios un día se han encontrado con Él y su vida ha cambiado, incluso unos instantes antes de la muertes. Siempre hay tiempo para volverse al Señor.

      Dios es bueno con todos y su justicia se llama misericordia, esta responde a un plan trazado desde siempre: Que todos los hombres se salven. Dios quiere la salvación para todos, no importa cuando han llegado, ni cómo han llegado; lo único importante es el encuentro. A mí me siguen impresionando las palabras del evangelio: “¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”.